martes, diciembre 19, 2006

Esto ya es como predicar a las piedras...

Leía ayer la columna de Lucía Echevarría en el diario ADN, y recordé por qué no la leo más, ni la sigo con el interés que se supone debe despertar un personaje público (porque lo es: personaje y público -me disculpe, "pública", y entiéndase por cualquiera menos ella sin dobles sentidos-) de su calidad.

A propósito del sexismo en el lenguaje encuentro en todas partes sandeces sin cuento.

(Sandez: despropósito, simpleza, necedad. Fuente: DRAE ed. 21. - Todos términos aplicables a este caso)

No voy a reproducir aquí ni el artículo de la señorita Echevarría ni el del señor Pérez-Reverte, para eso están las fuentes y la curiosidad de cada cual. Sólo quiero comentar que cualquier persona que comprenda lo que lee (esto es, anterior a la ESO, la LOGSE, y los nuevos criterios pedagógicos), verá que, en resumen, Pérez-Reverte se limita a recordar que la Academia simplemente fija los usos del lenguaje, o sea, recoge los vocablos y expresiones, desentraña el sentido con el que se utilizan, y si entiende que ese uso está lo bastante extendido y asentado, lo incluye en el Diccionario de la Lengua. Y que, añado yo, si se quiere que 'hombre público' y 'mujer pública' tengan el mismo sentido, la Academia se limita a esperar que los hablantes se lo asignen y lo asimilen.

Para que eso suceda, ya están los planes de estudios reformados a mayor gloria de los progre-sociatas, demasiado jóvenes para haber estado en París en el 68 y que nos quieren hacer pagar a todos ese complejo, que mejor se lo miraban en el psicólogo (o en la psicóloga, tanto me da).

Por cierto: qué sensación más triste produce que un intelectual (una intelectual), a la hora de escribir un artículo citando el contenido de un texto, escriba "... Ahora me dicen que Arturo Pérez-Reverte nos llama feminazis...", en lugar de "... leo a Pérez-Reverte que nos llama feminazis..." ¿Cuesta mucho ir al artículo original? Porque si lo hace, verá que no aparece el término feminazi en ningún momento, ¿o simplemente es una excusa para soltar una vez más las consignas, repetidas una y otra vez, que ya suenan gastadas de tanto oírlas?

Porque, que me digan lo que quieran, pero a ver si no es la más sexista de las actitudes andar recordando cada cuatro palabras que exiten dos sexos, bien diferenciados, y que por lo visto hay que estarlo recordando permanentemente, para que nadie olvide que son iguales ante Dios y ante los hombres (y las mujeres).

Ahora sólo me queda una duda: ¿pasarán los escritos de Lucía Echevarría la prueba del algodón de la neutralidad no sexista? Me pongo a ello, y ya lo comentaré.

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