Ah, la educación.
Cuando a las palabras les da por pervertirse, acaban por ser auténticas viciosas. Oigo hace un rato que se va a incorporar al currículo de los niños una asignatura llamada "Educación para la Ciudadanía".
Francamente, no le veo la gracia. Me suena a Revolución Francesa (y anda que no está superada, la pobre), y no sé por qué me trae a la mente el término "Comisariado Político". Además, ¿no hubo ya en su momento una asignatura llamada "Formación del Espíritu Nacional", o algo así -a mí es que ya no me tocó-? ¿La nueva asignatura tendrá una finalidad semejante a aquélla? ¿Imbuirá en las mentes de nuestros jovencitos la idea de que, aunque nos parezca lo contrario, el Gobierno (que no el Estado, no confundamos) lo hace todo pensando en el bien común; incluso pensando en el bien del Pueblo?
Convivo a diario con esos jovencitos entre 10 y 15 años, y - reconozco que soy muy raro, ya me lo dicen a menudo - yo antes les enseñaría otras cosas.
Les enseñaría a no interrumpir al que habla (así incluso se enterarían de lo que les están diciendo); a pedir permiso para utilizar objetos ajenos; a leer y escribir (no a juntar letras, yo me entiendo); a mirar a los lados al cruzar la calle; a decir "Por Favor" y "Gracias" (creo que aún están en el Diccionario de la Academia).
En suma, trataría de enseñarles a respetar a los demás, y por tanto a sí mismos.
Lo otro, es plantear para el partido en el poder campañas electorales de diez años de duración, formación del pensamiento único, y empobrecimiento de la sociedad.
Porque, al hilo de esto, otro día hablaré de las "mayorías" electorales legitimadoras de los gobiernos.
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