jueves, noviembre 13, 2008

Distancia

Ya pasó el huracán, parece que sin víctimas ni daños sustanciales.

Parece que en los días pasados desde el martes las elecciones que iban a cambiar el curso de la historia han ido pasando al segundo plano que, en mi opinión, les corresponde.

A menudo me da la impresión de que tendemos a olvidar cuánto ignoramos sobre el funcionamiento político y administrativo de Estados Unidos (y de tantos otros países, dicho sea de paso); de que se nos olvida que, en unas elecciones, pongamos por ejemplo las nuestras, los votantes forman su opinión de voto según las expectativas de mejora de su situación personal, o sea, según lo que los partidos políticos puedan ofrecerle en cuanto a la mejora de las políticas internas nacionales. Lo de estar en más o menos organismos internacionales, por ejemplo, está bien, claro que interesa. Pero interesa más saber qué va a pasar con el recibo de la luz, por mencionar algo reciente.

Y en esto me da en la nariz que no hay mucha diferencia entre países. Se me hace difícil pensar en un ciudadano que ponga la opinión que los extranjeros tengan de su país por delante de temas como la política fiscal, el sistema de pensiones, la seguridad o la educación. Y esto los estadounidenses como los españoles.

Durante las últimas semanas, en los medios de comunicación se ha hecho campaña en pro de uno de los dos candidatos a la presidencia de la república norteamericana. No de uno u otro, sino de uno solo: el negro. Lo expreso así de simple y claro porque viendo los noticieros de televisión, escuchando declaraciones en radios y leyendo artículos en medios escritos, a menudo he tenido la impresión de que se le buscaban al candidato virtudes que complementasen el pobre mérito del color de su piel. Es un hecho histórico, sin duda, dada la historia reciente de su país, que un hombre negro haya llegado a ser presidente de la república, y cuando sea un abuelo cebolleta podré contar cómo vi caer el muro de Berlín, y cómo vi por la tele al primer presidente negro de Estados Unidos.

Sobre lo que tengo más dudas es sobre lo que puedo esperar contar de él. A lo largo de mi vida tengo recuerdos de varios presidentes: Nixon (R), Ford (R), Carter (D), Reagan (R), Bush padre (R), Clinton (D), Bush hijo (R). Ignoro qué visión tienen los americanos del paso de estos hombres por el gobierno. En lo que a nosotros nos afecta, la política exterior, salvo Carter (que en mi recuerdo fue un tipo con buena voluntad pero algo ingenuo), el resto fueron muy americanos: vigilemos que en mundo todo va según nos conviene para que a nosotros nos vaya bien.

Viendo la lista que acabo de hacer así al paso, y a qué partido pertenece cada presidente, de pronto me ha entrado un poco de temor del tipo de presidente que pueda ser el sr. Obama, porque la verdad que como presidente demócrata da todo el perfil: buena apariencia física, simpaticote, modernete, no muy mayor, y este, además, pertenece a una minoría; vamos, que sólo le falta ser gay. Pero como presidente, vistos los precedentes últimos, no doy mucho por él. Lo que sí cumple es la regla de que toca presidente demócrata después de un presidente republicano nefasto, o por lo menos de perfil muy bajo.

Las democracias occidentales, decantadas por el tiempo, hemos terminado en un bipartidismo de hecho. En la vieja europa tendemos a plantearlo en términos de progresistas/socialdemócratas/izquierda frente a conservadores/liberales/derecha, y ese modelo lo aplicamos también al hablar de la política de Estados Unidos, ciegos una y otra vez ante la evidencia de que allí los términos son derecha moderada frente a derecha radical. Por eso no entiendo que estén aquí los políticos locales, especialmente los que se dicen de izquierda, tirando tracas y carcasas por la victoria del candidato negro.


Viene al pelo aquí la viñeta de Vergara, que venía a decir (un matrimonio conversando):

"(marido): ¡Por fin un negro es presidente de Estados Unidos!"
"(mujer): Ya, ahora habrá que ver qué es más, negro, o presidente de Estados Unidos"

Yo lo que espero es que no meta mucho la pata, que no meta al mundo en líos, y si hay suerte que de buen ejemplo para que los corifeos que le saldrán por aquí puedan copiar cosas útiles.

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