miércoles, agosto 17, 2005

Eco-lógica

Hace tiempo que pienso, y cada vez más, que nos estamos metiendo donde no nos llaman.

Leo en la prensa, en las revistas divulgativas, o veo en los documentales de naturaleza en televisión, cómo una legión de esforzados ecologistas de todos los colores (activistas, investigadores, vocacionales, uno que pasaba por allí...) dejan su tiempo y su esfuerzo en lugares más bien remotos, trabajando para evitar la extinción de muy diversas especies, animales y vegetales.

A lo largo de los milenios se ha ido produciendo un relevo en la evolución de la vida en Gaia (me gusta el nombre y el concepto asociado a él); hubo glaciaciones, calentamientos, inundaciones, erupciones volcánicas, extinciones progresivas y extinciones en masa. Y antes, durante y después de estas extinciones, también hubo apariciones de nuevas especies que iban ocupando (corríjanme los ecólogos -no los ecologistas-) los nichos vacíos.

En las zonas tropicales del planeta se está produciendo una intensa deforestación. Las zonas templadas se están poco a poco desertificando, los ríos se contaminan, los mares se calientan y suben de nivel...

Los ecologistas presentan esto como el anuncio del Armagedón, el fin del mundo anunciado, y trabajan con denuedo para estabilizar la situación tal como está ahora, como mal menor. Y ahí se equivocan, porque si algo enseña la historia natural es que la vida es evolución.

Estoy de acuerdo en que el desarrollo tecnológico de la especie humana ha comenzado a influir en el entorno durante el último siglo como ninguna otra cosa en la historia, pero tampoco me parece preocupante... ... para el planeta.

Porque con todo esto, los que salimos perdiendo somos fundamentalmente nosotros, los que somos conscientes de los cambios: homo sapiens sapiens. Los que nos resistimos a los cambios. El resto de los seres vivos, en sus ciclos de vida individuales, no tienen más preocupación que comer, no ser comidos, y aparearse. Los seres humanos, además, piensan en las generaciones por venir, y en el legado que les vamos a dejar; bueno, que se apañen. La naturaleza es sabia: no tiene conciencia. El hombre ( el Hombre ) se comporta como un virus para Gaia, y con este comportamiento está creando las condiciones de su propia desaparición. Y no es ningún drama. Ya hace millones de años desaparecieron los dinosaurios. ¿Y...? No pasó nada. Encogieron, y se convirtieron en reptiles y aves, y ya está, el ciclo continuó.

No digo que sea agradable pensar en ello; quien haya visto un animal agonizar sabe que es una imagen difícil de borrar. Pero es lo que hay. Y lo que se debe hacer es enfrentarlo con espíritu científico, con frialdad, ateniéndose a los hechos.

Lo que a mí, en resumen, me lleva a pensar: hay mucho paniaguado viviendo de subvenciones y de becas de investigación.

No hay comentarios: